Page 281 -
P. 281
DE ESCUELAS VIRTUALES Y SUS DESAFÍOS
Les propongo un ejercicio de rememoración, trasladémonos a un pasado en el que
los tiempos y los espacios dedicados a aprender y a enseñar fueran más o menos fijos,
más o menos estables. Un tiempo acompasado con intervalos y frecuencias idealmente
diseñadas que imprimen la sensación de transcurrir. Un espacio de permanencia que
establece determinados límites a los movimientos, compartimentando de alguna
manera la forma de habitarlos. Un lugar público, en todo su sentido histórico, con
tiempos y espacios de referencia para una función social intencional, primordial y que
durante mucho tiempo fue también hegemónica, y lo llamamos “la escuela”.
Y ahora hagamos consciente que ese tiempo pasado es tal vez unos pocos meses
atrás, cuando nos vimos obligados a transformar la escuela conocida para garantizar
estrategias de continuidad pedagógica en forma remota. Al inicio del cierre escolar
en marzo, nadie imaginaba la magnitud del desafío que estábamos por afrontar, pero
teníamos la certeza de que sólo trabajando en equipo podríamos avanzar hacia la
meta.
Organizar una escuela sin edificio no ha sido fácil y nadie, quien yo conozca,
ha quedado eximido del enorme esfuerzo que esto representa. Ante la situación
disruptiva del cierre de las escuelas, las incertidumbres se acumulaban por decenas,
pero desde el inicio estaba claro que las tecnologías digitales serían herramientas
estratégicas. Vimos inmediatamente que en 48 horas debíamos ser exitosos en
articular un andamiaje cibernético que nos facilitara configurar numerosos espacios
virtuales de enseñanza y aprendizaje, y poco tiempo después vislumbraríamos otros
tantos, para otros procesos igualmente esenciales. En aquellas 48 horas iniciales en
marzo (desde que recibimos oficialmente la decisión de la suspensión de las clases
presenciales, hasta que se efectivizara el inicio del trabajo remoto) la consigna de
trabajo consistió en buscar el mejor equilibrio entre las necesidades (articular un
andamiaje cibernético) y las capacidades.
La consigna era clara, aprovechar al máximo nuestra plataforma Gsuite de
Google como herramienta de creación, organización y distribución de contenidos
digitales. Contábamos con la plataforma desde hacía varios años y estábamos ya
habituados a utilizarla como nuestro “centro de comunicaciones”. Fue inmediata
la decisión de montar allí nuestra estructura inicial. Comenzamos con la tarea en
grupos de trabajo por departamentos, cada grupo de trabajo tuvo la misión de iniciar
el esquema de clases virtuales en nuestra plataforma Gsuite de Google. Un breve
repaso a las principales funciones de Google Classroom y en poco tiempo cada curso
tuvo su espacio en cada asignatura. Contábamos con el alto grado de integración
de Classroom con el resto de las herramientas de Google, documentos compartidos,
notificaciones y correos electrónicos, calendarios y un simple pero funcional reporte
de calificaciones y retroalimentación con comentarios.
Al mismo tiempo que todos los miembros del cuerpo docente estaban abocados
a crear las primeras clases virtuales, en otro equipo de trabajo junto con miembros
de las direcciones, establecimos criterios de alternancia entre clases sincrónicas y
actividades asincrónicas y elaboramos una estrategia para organizar esa alternancia a
lo largo del tiempo. Entonces, en base al horario de clases presenciales, establecimos un
cronograma semanal remoto que luego nos permitiría priorizar contenidos, al mismo
279