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El rincón de ciencias en la sala permite vivenciar diferentes experiencias y a través
            de los sentidos aproximarse a descubrir las cualidades de los objetos que nos rodean.
            Puede suceder tocando un caracol frío, metiendo las manos en la tierra, percibiendo
            los  granitos  de  arena.  Si  atendemos  a  todas  estas  sensaciones  que  se  generan  al
            entrar en contacto con diferentes objetos, les damos importancia y las consideramos
            como algo por descubrir, estaremos contribuyendo a despertar la curiosidad, a tener
            los sentidos abiertos. También aprenderemos que las cosas pueden romperse, que
            hay objetos que pinchan, raspan, otros que son suaves, algunos delicados y que hay
            seres vivos frágiles que no son objetos. Que para convivir con ellos debemos aprender
            a  ser  cuidadosos.  A  veces  hay  chicos  que  sienten  miedo  por  ciertos  animales,  los
            acompañamos en el proceso de preguntarse “¿Por qué?” y conocerlos un poco mejor.
            Así  pudieron  aprender  que  las  abejas  no  son  malas,  que  trabajan  en  comunidad,
            que son diferentes a otros insectos, tuvieron la oportunidad de hacerse preguntas e
            investigar. En este proceso, una alumna de manera espontánea compartió una frase
            maravillosa: “Las abejas son como las hadas del jardín” (Montse).































               Así, poco a poco, el interés se irá multiplicando y aparecerá en lo más cotidiano, sin
            límite, con un potencial que permitirá que se multipliquen las preguntas. Nuestras
            alumnas y alumnos se llenan con las ganas de compartir lo descubierto, les brillan los
            ojos al acercar una maravilla a la sala y no pueden esperar a presentarlo ante sus pares.
            Luego comparten opiniones dispares y describen aquello que observan.

               También estamos convencidas que el valor de la pregunta es un valor en sí mismo,
            que  no  todas  las  preguntas  necesitan  una  respuesta,  que  dejar  la  duda  plantada
            para que vaya sembrando un camino de hipótesis y cuestiones a ser investigadas es
            sumamente enriquecedor. Aprender que no existe una respuesta para todo y que los
            adultos no siempre tienen la respuesta es otro de los pilares de la enseñanza de la
            ciencia para nosotras. De esta forma ayudamos a validar las más diversas hipótesis y
            habilitamos un espacio para compartir ideas y deducciones.

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