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Estimadas graduadas, estimados graduados,
              los saludo muy cordialmente en su fiesta de graduación,
              y junto a ustedes
              quiero saludar también a sus padres y a sus madres,
              a sus profesores y a los Directivos,
              a los miembros de la Comisión Directiva del Colegio
              y a todos los invitados, entre los cuales se encuentra la Responsable del Área Cultural
              de la Embajada Alemana en Buenos Aires, la Sra. Maja Dimitroff, y la Inspectora de
              Educación en Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires,
              María Daniela Alegre. ¡Sean todos bienvenidos!
                 Después de muchos años de estudio, por fin ha llegado el momento: podemos ver
              sus boletines de calificaciones, queridos graduados, egresados del Bachillerato Alemán
              Internacional y del Bachillerato Argentino. Este es el objetivo por el que han estado
              trabajando todos estos años.

                 Y haber alcanzado esta meta puede llenarlos de orgullo a cada uno de ustedes y
              también a nosotros porque es un logro personal, y porque se ha logrado en nuestra
              comunidad mediante el trabajo conjunto. Piensen en sus profesores, en los Directores
              del colegio y en la Coordinación del Ciclo Superior, en sus padres, en sus compañeros
              de clase y en sus amigos, en todas las personas que de alguna manera han contribuido
              a su aprendizaje, que han cooperado para que ustedes pudieran concentrarse en el
              aprendizaje, para que pudieran descansar de manera significativa y para que pudieran
              disfrutar de estos años de estudio.

                 Antes de que ustedes, queridas graduadas y queridos graduados, pasen
              merecidamente al centro de mi discurso, creo que todas estas personas merecen un
              gran aplauso, ¿están de acuerdo?

                 Este año se celebra el 250º aniversario del nacimiento de Alexander von Humboldt,
              quien ha ocupado el centro de nuestra vida escolar en repetidas ocasiones a lo largo del
              año y con razón, ¿no lo creen?
                 Cuando era joven, Alexander von Humboldt se movía en los círculos intelectuales de
              Johann Wolfgang von Goethe, de Friedrich Schiller y de su propio hermano Wilhelm,
              por nombrar sólo a algunos de los miembros más famosos de ese círculo. Creo que
              conocen a estos tres hombres, ¿verdad?

                 En ese entorno, como en toda su vida, Humboldt representó con convicción las
              ideas de libertad y de igualdad, que hoy siguen vigentes más que nunca, creo yo. En
              lo que respecta a  su actitud político-social fue, por lo tanto, un hombre muy moderno:
              moldeado por la Revolución Francesa, la Ilustración, la idea de los derechos humanos
              y civiles, y la creencia en el progreso que se puede aplicar en todas las áreas de la vida.

                 Humboldt era tan audaz y curioso que no escatimó en gastos ni en esfuerzos para
              emprender largos viajes a rincones del mundo que pocos europeos, por no decir ninguno,
              había explorado antes que él. Se trasladó a los bosques primitivos de Venezuela, escaló
              el volcán más grande de Ecuador, el Chimborazo, viajó por el Caribe, visitó los Estados
              Unidos, cruzó la inmensidad de la Siberia rusa y, si hubiera tenido la oportunidad, sin
              duda hubiera hecho muchas otras proezas.

                 Alexander von Humboldt fue un investigador entusiasta que coleccionaba y


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