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se creía que un poderoso dragón se tragaba el sol. Solo haciendo mucho ruido en el
          suelo el dragón podía ser disuadido de sus acciones.

            Ideas similares fueron sostenidas por los inuit, los hindúes, los diversos pueblos
          indígenas de América del Norte y muchos otros. El eclipse solar siempre causó
          temor, se lo consideraba un suceso al que los individuos debían enfrentarse de
          alguna manera, para el que se preparaban internamente, como los chinos por medio
          del ruido. El eclipse solar fue interpretado como un oscurecimiento y, por lo tanto,
          presagiaba un empeoramiento de la situación de vida, el comienzo de un punto en
          que los tiempos se volverían más difíciles y el futuro más incierto.

            El eclipse crea una sensación de inseguridad: uno no está seguro de cómo actuar
          en esta situación y cuáles son los pasos a seguir, especialmente, porque uno tiene
          la sensación de ser alcanzado por algo incontrolable. Sin embargo, esta amenaza
          termina cuando la oscuridad se acaba. El sol emerge de nuevo de la sombra de la luna.
          Hace falta paciencia, ya que los tiempos de luz, los tiempos mejores son inminentes.
          Se sabe que las dificultades que se acumulaban frente a nosotros serán superadas
          cuando el sol vuelva de la sombra de la luna, y que comenzará una nueva época,
          esperanza de tiempos más fáciles, esperanza de tiempos más seguros, esperanza de
          tiempos más gozosos.

            El último año escolar, su último año de colegio, encuentran su perfecta metáfora
          en  estos dos minutos de eclipse solar que vendrán el 14 de diciembre. Tan difícil e
          incierto fue este año. El coronavirus fue el peligro que este año nos trajo; así como la
          “corona del sol” es peligrosa, si nos exponemos a ella sin protección.

            Pero, así como el  eclipse llega a su fin, nosotros siempre tuvimos a la vista el final
          de este período oscuro que culmina con este acto de colación. Sin embargo, poco
          tuvimos para guiarnos a través del año, en realidad sólo nos teníamos a nosotros
          mismos, buscando nuestro propio camino para hacer posible todo lo que, finalmente,
          hemos logrado: sus diplomas, sus merecidos diplomas obtenidos después de doce
          años de escolaridad, ¡y para la mayoría de ustedes después de 15 años en la Goethe-
          Schule! Y creo que es fantástico, en especial considerando lo que han perdido en la
          escuela este año.

            Y ahora están en el umbral del “después”, pueden dejar atrás el pasado y acumular
          optimismo, mirar positivamente hacia el futuro. Eso es muy importante para la
          situación en la que nos encontramos, con toda la incertidumbre que ofrece el futuro
          cercano. Hay mucho por delante, para lo que se han preparado durante el tiempo
          que estuvieron en el colegio: independencia, carreras, nuevas relaciones y amistades.
          Nuevos  focos de  vida. Estas son  perspectivas  emocionantes que  quizás tarden un
          poco más en materializarse, pero que igual que la vuelta de la luz, vendrán, ¡de eso
          pueden estar seguros!
            El maravilloso publicista alemán Roger Willemsen, que lamentablemente falleció
          demasiado pronto en 2015, nos dejó un texto muy melancólico: “Quienes fuimos”. En
          el final del ensayo presenta el ejemplo de los viajeros espaciales y sus sentimientos al
          observar la tierra desde el espacio. Escribe: “Algunos han utilizado la antigua palabra
          ‘reverencia’ para esta experiencia, han hablado de ‘respeto’ y ‘estima’ por la creación
          frente a la cáscara infinitamente frágil de la biosfera y de la ‘relación personal’ con el
          ‘planeta natal’, han derivado un sentido de responsabilidad de esta experiencia y se


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