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Como la mayoría de los presentes sabrán, hace menos de dos semanas volvimos de nuestro
viaje de egresados a Porto Seguro. En la actividad de cierre, creo que lo más mencionado fue el
agradecimiento a los compañeros de clase de estos tres últimos años: el nivel de complicidad y
apoyo alcanzados nos permitió a todos disfrutar de estos últimos años de colegio de una manera
única: ayudándonos a crecer y mejorar como personas, a superar obstáculos y a nosotros mismos,
a encontrar consuelo y risas de todo tipo. Transformamos amistades en hermandades. Debido a que
fueron años que nos marcaron tanto, consideramos apropiado que un representante de cada divi-
sión se acerque a agradecer particularmente a quienes consideren necesario y resalte qué se llevan
como miembros de esa clase:
Como miembros de la modalidad humanística, queremos
agradecerles en primera instancia a todos los profesores que
nos acompañaron en estos tres años: enseñar en una clase tan
chica tiene ventajas y desventajas, pero creo que todos logra-
ron sacar lo mejor de nosotros y dejar una marca en nuestro
paso por el colegio.
Pero dado que tenemos la oportunidad, querríamos agra-
decerle particularmente a la profesora Viviana Ojanguren por
ser un ejemplo de humildad y paciencia y por no ser sólo
nuestra profesora de inglés dos años, sino un ejemplo de valo-
res que nos fue enseñando con el mayor de los cariños. Vivi,
gracias por habernos escuchado siempre, y tus consejos y tus
blessings nos los llevamos para toda la vida.
Magdalena Wagner Manslau – 6º D Por otro lado, a la profesora María del Carmen Correale,
por habernos acompañado, apoyado e impulsado a lo largo
de este año en el gran desafío que significó el proyecto de investigación. Meri, como siempre nos
decís, somos pocos y nos conocemos mucho; en los últimos dos años te vimos más que a cualquier
profesora y creo que todos nos llevamos, además de las interesantísimas charlas de historia, tu con-
fianza en nuestra capacidad para afrontar todo lo que nos proponías. Pocas personas nos hicieron
crecer tanto como alumnos, en serio, gracias.
Y por último, a Betina Heyer, que supo manejarnos como grupo aconsejado, buscando siempre
que reflexionemos y actuemos genuinamente. Bety, perdón por volverte tan loca, gracias por haber-
nos bancado siempre de todas maneras.
Antes de finalizar nos gustaría resaltar que, ser sólo siete mujeres y un varón en una clase resultó
un gran desafío, pero ninguno, ni por asomo, se arrepiente de haber entrado en esta clase tan mági-
ca que nos llenó y nos formó tanto como personas.
Ahora sí, muchas gracias.
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