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La  Argentina,  tierra  generosa  por  cierto,  los  recibirá  toda  vez  que  deseen  volver.  Les
             auguro lo mejor en el regreso a la Alemania que dejaron hace algunos años.
               También  cruzará  el  océano  el  profesor  Manfred  Langegger,  nuestro  Vicedirector
             “enviado”. Apenas llegó al país nos mostró su costado emotivo compartiendo relatos de
             una parte de su infancia, la que transcurrió en nuestro país por trabajo de su padre.
               Manfred regresa a su patria nativa para concluir su trayecto profesional, pero en un
             futuro cercano volverá para radicarse en su patria adoptiva, nuestra Argentina.
               Estuvo ocho años en nuestro colegio. Dado que el tiempo es relativo, decir ocho años
             resulta una cantidad, un número entre otros. Ahora, cuando lo referimos a los cuarenta
             años de vida productiva de una persona, representa el veinte por ciento de ella y si ese
             porcentaje  incluye  experiencia  profesional  capitalizada,  la  relatividad  cobra  un  valor
             exponencial. Si el promedio de vida es de ochenta años, Manfred integró el equipo de
             conducción durante un décimo de su vida. Resulta entonces que los números no son tan
             relativos.
               Quiero compartir con ustedes algunos aspectos de su persona que pude apreciar en
             este tiempo.
               Vale  expresar  que  en  esa  apariencia  de  hombre  fuerte  y  recio  se  encierra  un  ser
             sensible, generoso y apasionado, que se juega a pleno por los afectos genuinos, y hace
             valer el lugar preferencial que ocupan en su vida personal. Un hombre cuyo anclaje es
             la familia y en torno a ella construye todo lo demás.
               Cuando sus amigos en Alemania le hagan preguntas como:
               ¿Qué  trajiste  de  recuerdo  de  Argentina,  el  confín  de  América  del  Sur?  Responderá
             orgulloso:
               _ “Mujer e hijos”.
               ¿Qué te atrajo de ese país? Y él dirá sin dudarlo:
               _ “Su gente, un buen Malbec, el campo, los caballos, Cariló y Areco“.
               Conocimos  una  persona  de  formación  humanística  y  de  actitud  democrática,  cuyas
             acciones, frente a las innovaciones, se centraron siempre en la búsqueda de consenso,
             en la formación de equipos, así como la generación de vínculos en los distintos sectores.
               En su escala de valores, el respeto por la diversidad y por la dignidad de las personas
             es de orden superior, de ahí que la discriminación de cualquier orden y la prepotencia
             tienen desde su lectura “tolerancia cero”.
               Puedo  encontrar  una  analogía  entre  la  persona  de  Manfred  y  los  telares  que  crea
             desde una habilidad artesanal que transmite a los alumnos en los talleres.
               Quienes fueron sus alumnos van a entender muy bien lo que expreso. En principio,
             incorpora  distintos  materiales  e  incluye  elementos  naturales  obteniendo  una  trama
             heterogénea y diversa enriquecida por la diferencia de textura, de colores y de objetos
             que contiene la obra terminada. Ese es Manfred, una persona que así como sabe reunir
             los materiales en la creación de una obra, también traslada esta capacidad a su entorno
             personal aceptando e incluyendo lo diverso, respetuosa del otro al punto que deja fluir
             su modo de ser y hacer cuando le brindan el espacio sin reservas acompañándolo con
             confianza  y  respeto.  En  ese  contexto  es  capaz  de  desarrollar  al  máximo  su  capacidad
             humanística, logrando crear  el entramado propio para cada nueva situación.
               Manfred, no te despedimos, esperamos tu regreso  para  que compartas con quienes



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