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Una formación integral competente basada en valores.
             Queridos egresados, en el futuro, muchas veces tendrán que confrontar sus ideales, sus
          actitudes, sus rectas intenciones, sus valores humanos, éticos y espirituales con otras
          propuestas que, originadas en un encuadre diferente, pueden enfrentárseles con actitudes
          ligeras,  superficiales,  teñidas  de  intereses  individuales,  de  egoísmo,  cargadas  de  una
          intencionalidad alejada de estos pensamientos tan valiosos que han sabido expresar.

             Ustedes son para mí, desde el orgullo de maestra, la trigésima promoción que despido.
          Así,  desde  hace  treinta  años,  cada  diciembre  recreo  el  compromiso  con  las  prácticas
          pedagógicas, buscando un equilibrio permanente entre la reflexión y la acción.
             Desde esta experiencia  los convoco, como a mis primeros ex alumnos del año 1972, a
          que sostengan sus principios, a que actúen según ese espíritu crítico que mencionaron, a
          que fundamenten las decisiones evaluando las consecuencias desde un actuar responsable.
             Porque, frente a tantos disvalores en el contexto socio político, ante ustedes renuevo,
          como siempre, mi esperanza en el poder de mis alumnos. Cuiden no subvertir nunca estos
          valores aprendidos.

             Creo en ustedes, y por muchos motivos.
             Poseo innumerables pruebas que fundamentan esta fe. Y lo expreso desde la autoridad
          que me confiere haber integrado el jurado de todas y cada una de las presentaciones de
          investigación y de diseños empresariales.
             Desde lo concreto, sin utopías, he podido evaluar y apreciar con criterio pedagógico la
          sensibilidad y el compromiso, la actitud ética y la rectitud en el juicio y la visión prospectiva.
             En esos trabajos reconocí dos ejes: el de la salud,  a través de propuestas dirigidas a la
          mejora de la calidad de vida, y el de la educación, en términos de capacitación.

             Ello me invita a creer que nuestros jóvenes son ciudadanos capaces de liderar una
          verdadera  transformación  porque  han  aprendido  a  trabajar  en  equipo,  sobre  valores
          compartidos, considerando el contexto humano y sin improvisaciones.
             Y como los veo proyectados hacia el futuro, según sus preferencias vocacionales siento
          que les hablo a los futuros ingenieros, médicos, diseñadores, abogados, analistas, empresarios,
          contadores, profesionales en la producción de servicios, músicos, psicólogos, arquitectos,
          trabajadores sociales, administradores, periodistas,  y ¿por qué no?, docentes.

             Desde esta mirada me uno a Peter Mc Laren, pedagogo generador de la Teoría Crítica
          de los Contenidos en Educación, quien en una conferencia expresó:
             “El futuro no pertenece a aquellos quienes están satisfechos en quedarse donde están ni
          a quienes, inconscientemente, no aprenden el significado de la esperanza, sino a aquellos
          que pueden pensar y actuar críticamente.
             Pero el futuro también pertenece a aquellos que pueden soñar, porque es a través de los
          sueños que la esperanza brinda sus alas, transportando nuestros pensamientos y acciones
          desde donde el mundo es hacia el mundo de lo que podría ser.”
             Pongo en las manos de ustedes el proyecto del “mundo que podría ser”, “del mundo de
          las cosas buenas y posibles”, el del sí a los valores, con la confianza de que sabrán y podrán
          reorientar las acciones que permitan forjar un país menos doloroso.

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