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30 AÑOS DE REUNIFICACIÓN
La historia alemana-alemana de los años 1945-1990 puede percibirse como una
historia de paralelos y de contrastes, una historia de percepción y de relaciones. Así al
menos lo expresa la historiadora Petra Becker en su casi monumental obra „Getrennt
und doch vereint: Deutsch-deutsche Geschichte 1945–1989/90“ (Separados pero
unidos: la historia alemana-alemana 1945-1989/90). ¿Pero, ha dejado de existir desde
entonces esa historia de paralelos y contrastes, de percepción y de relaciones? Creo
que no. Ya no estamos separados, sino unidos. A pesar de haber transcurrido 30 años
desde la reunificación alemana, nosotros los alemanes del este y del oeste seguimos
conociéndonos, comparándonos, reunificándonos. Muy pocos contemporáneos
sospechaban hace 30 años que esto fuera tan difícil.
Y, aun así, hemos logrado mucho en estos 30 años, y hemos aprendido mucho. Yo
misma me doy cuenta de esto en el ámbito privado. Soy oriunda del oeste de Alemania
Occidental, de la antigua RFA, de Renania. Hice mi primera visita a la antigua RDA,
en ese momento los llamábamos los cinco nuevos estados federales, en 1991, para
comenzar mis estudios en Dresde en marzo de 1992. Con una pausa de seis meses
en los que viví en Italia, permanecí en Dresde hasta el año 2000 y luego regresé al
Occidente, esta vez al Palatinado, donde comencé con mi pasantía.
El tiempo que pasé en Alemania Oriental está firmemente anclado en mi vida. Mi
esposa, a quien conocí en Dresde, es de Turingia, mi mejor amigo, con el que conviví
durante mis estudios, es del Erzgebirge, tengo familia y amigos en Sajonia, por lo
que pude acercarme a los temas que preocupan a la gente en Alemania del Este.
Las relaciones Este-Oeste y la forma en que se manejan, siempre han permanecido
latentes. La comprensión pero también la falta de comprensión para con el otro lado,
siempre sale a la superficie, las muchas diferencias, pero ciertamente también las
similitudes están tematizadas y siguen ocupando a la gente.
Todo esto puede ser considerado, por supuesto, como un problema, pero también
como un desafío. Los problemas nos desgastan, los desafíos nos hacen crecer. Los
problemas aparecen a menudo como muros insuperables, los desafíos son como
montañas, en cuyas cumbres nos paramos con orgullo, para mirar con renovado
coraje a las próximas alturas.
Creo que en Alemania hemos superado muchas cosas en los últimos 30 años. No
siempre ha sido fácil, ha costado sacrificios, no siempre con justicia, y, ciertamente, en la
mayoría del lado del Este. Pero se superaron muchas montañas políticas, económicas
y sociales, de modo que hoy, en nuestra montaña actual, podemos mirar hacia atrás a
los últimos 30 años pasados y mirar hacia adelante, a los años venideros. Estos, quizás,
sean inciertos y contienen muchos imponderables y desafíos, especialmente en los
meses actuales: Europa, el Coronavirus, el trato con un partido radical como el AfD, la
migración de las zonas rurales de Alemania Oriental. Estas son las próximas cumbres
a las que debemos llegar, allá arriba debemos ir, a veces por caminos pedregosos, a
veces, quizás, por otros más cómodos.
30 años de reunificación en Alemania. Históricamente hablando, es un tiempo
muy corto. Pero se ha logrado mucho. Y por eso todos los involucrados con este país
pueden estar muy agradecidos.
Y esta gratitud nos obliga a percibir conscientemente nuestro rol de modelo
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