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Despedida a Sexto

                        Chicos: este es vuestro último día acá. Hoy les abrimos las puertas y los dejamos par-
                     tir. Hoy se van buscando nuevos rumbos, nuevas emociones, nuevas metas.
                        Pero los dejamos partir con la seguridad de que han crecido. Ya no son esos pequeñi-
                     tos, que, temerosos e inseguros, llegaron de la mano de mamá y papá y se aferraron a las
                     de sus maestras. Y no han crecido sólo en su tamaño, que fue mucho, han crecido espiri-
                     tualmente.
                        Porque uno crece cuando abre caminos dejando huellas, asimila experiencia y siembra
                     raíces.
                        Uno crece cuando se impone metas sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios...
                        Y ustedes han crecido...
                        Se crece cuando se dan ejemplos sin que importen burlas ni desdenes; cuando se cum-
                     ple con su labor, cuando se supera, se valora y se sabe dar frutos.
                        Y ustedes han crecido...
                        Uno crece cuando no tiene vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pér-
                     dida de fe.
                        Y ustedes han demostrado haber crecido...
                        Pero aún no han terminado de crecer ¡Les falta tanto...! Puedo asegurarles que en la vi-
                     da se crece constantemente; cuando se es adulto y aún cuando se es anciano. Que van a
                     tener éxitos y fracasos: imposible atravesar la vida sin que un trabajo nos salga mal, sin que
                     una amistad nos cause decepción, sin que un amor nos abandone, sin que alguien de la fa-
                     milia parta... Este es el costo de vivir. Sin embargo, lo importante no es lo que sucede si-
                     no cómo se reacciona, y es ahí donde uno crece. Cuando acepta su destino, pero tiene vo-
                     luntad de trabajar para cambiarlo.
                        Uno crece asimilando y no olvidando lo que deja atrás, pero construyendo lo que tie-
                     ne por delante y proyectando lo que puede ser el porvenir.
                        Se crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más
                     de lo que de ella se recibe...
                        Este año no parten solos. Todos nosotros los acompañaremos en el tránsito hacia la nue-
                     va escuela, pero, desde ahora, los veremos desde lejos.
                        Los veremos elevarse cada día y, con alegría y un poco de orgullo, veremos sus logros,
                     sus triunfos...
                        Chicos, recuerden, entonces, que constantemente debemos crecer y que uno lo hace
                     cuando es capaz de clavarse como un ancla e iluminarse como una estrella.
                        Y por último tengan la seguridad de que, al terminar esta etapa, se llevan con ustedes
                     el reconocimiento y el amor de sus maestros.
                        ¡Hasta siempre, queridos alumnos!
                                                                              Sra. Ana Lía VÁZQUEZ











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