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IN MEMORIAM
In Memoriam Prof. Liliana Savone de Urbini
Movilizado por el dolor, el Colegio Goethe se despide de una docente ejemplar después
de haber compartido algo más de cuarenta años. A conti-
nuación, la despedida.
A Liliana Savone de Urbini
Querido Augusto, queridos familiares, queridos amigos:
En nombre de la Comisión Directiva, en el mío propio
y en el de la comunidad que dirijo, y aún sorprendida y
consternada por tan repentina e inesperada partida, me
uno a ustedes en este momento de profundo dolor para
despedir a una colega. En la sala de profesores, entre sus
colegas, era una institución, “la decana de los profesores”,
y era, al mismo tiempo, para sus compañeros y alumnos,
simplemente “Liliana”.
Liliana Savone de Urbini desarrolló toda su vida pro-
fesional en nuestra escuela.
¿Cómo despedirla sin sobrevolar algunos pasajes de su
trayectoria en nuestra casa?
Para muchos de los que hoy nos acompañan fue, en Belgrano, en 1964, “la maestra de
primer grado” y para sus padres, la señorita Liliana Savone.
Luego, ya egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, fue, de otros, la Pro-
fesora de Castellano. ¡Cuántos de ustedes disfrutaron de sus clases de Lengua y Literatura!
Fue también Profesora Consejera, Jefa de Departamento, Profesora Responsable de De-
partamento, Representante de Profesores ante la Dirección, Coordinadora de Lengua en la
Escuela del Norte, colaboradora en la corrección de textos, y del Jahresbericht, y la voz “en
off” de Eventos Culturales. Asimismo fue profesora en Abitur. Integró jurados de evaluación
e inició y dirigió el teatro de alumnos.
Y con enorme generosidad abrió un espacio para que ex alumnos, padres y docentes
desarrollasen sus condiciones personales de actuación, “teatro costumbrista o comedia”, co-
mo solía decir ella, y fue, entonces, la Directora de “El Furcio”.
Liliana, ¿de cuántos roles me olvido?, ¿cuántas facetas tuyas no conocí?
Antepuso el compromiso profesional a sus dolencias físicas y transformó el dolor en ac-
ción. Expresaba con firmeza: “yo puedo, usted no se preocupe, María Cristina”. Y así, día
a día, rendía homenaje al trabajo, a esa cultura del trabajo de la que tantas veces yo mis-
ma les hablo y en la que muchos de nuestra generación hemos sido educados.
Liliana, tenías derecho a partir a tu hora y sin pedirnos permiso. Y cada uno, desde nues-
tra propia finitud humana, envueltos por un dejo de egoísmo, casi natural a nuestra imper-
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