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LA „SCHULTÜTE”: DEL PRÍNCIPE DE LA ZUCKERTÜTE
                         Y EL LADO SERIO DE LA VIDA


            Cada vez que visito a mis padres en la Lüneburger Heide y mi madre nos muestra
          el álbum de fotos de la familia, es obvio que aparezca la foto de mi primer día de
          clases, en la que «orgulloso como un pavo» presento mi Schultüte*.

            En Alemania, la Schultüte forma parte del inicio de la escolaridad, del mismo modo
          en que se asocia a los berlineses con la Nochevieja, a las galletitas especiadas con la
          Navidad y a la serie Tatort con la noche del domingo. En Alemania, generalmente, el
          comienzo de la escolaridad es un gran acontecimiento. Para celebrar el primer día
          de clases, los padres suelen invitar a abuelos, así como a los padrinos u otros amigos
          cercanos a la familia. Y a menudo los alumnos de 1º año de Primaria (ABC-Schützen,
          como se los suele llamar aún hoy en Alemania) deben soportar las palmaditas en la
          cabeza por parte de sus familiares y amigos, así como el comentario de que ahora
          «comienza  el  aspecto  serio  de  la  vida».  Es  entonces  cuando  te  sientes  feliz  como
          flamante alumno que eres cuando, en un momento oportuno de la fiesta familiar,
          puedes librarte de los molestos adultos y de sus buenos consejos y saquear por fin tu
          Schultüte, que en su interior cónico o hexagonal suele estar generosamente repleto
          de golosinas (hoy en día también de cosas útiles como ropa o similares).
            No se sabe exactamente de dónde viene la costumbre de la Schultüte. Las primeras
          menciones a la Schultüte o Zuckertüte** se remontan probablemente a finales del
          siglo XVIII. Todo comenzó en Turingia y Sajonia. En las memorias de la infancia de
          Erich Kästner  Als ich ein kleiner Junge war***  (Cuando  era  un  pequeño  niño),  la
          Schultüte también desempeñaba un papel destacado en la descripción del inicio de
          su escolarización en la escuela de Dresde en 1906:


            «Los padres se agolpaban contra las paredes y en los pasillos, dándole ánimo
            a sus hijos varones y vigilando las Zuckertüten. Esa era su principal misión.
            Tenían en sus manos pequeñas, medianas y enormes Zuckertüten, cuyos
            tamaños comparaban entre sí,  sintiéndose, según el caso, envidiosos u
            orgullosos. ¡Deberían haber visto mi Zuckertüte! ¡Era tan colorida como cien
            postales, tan pesada como un balde de carbón y me llegaba hasta la punta
            de mi nariz! Me senté contento en mi banco sintiéndome como el príncipe de
            la Zuckertüte.”
            Se supone que en Alemania la  Schultüte (que en algunas partes de Alemania
          sigue llamándose Zuckertüte) recién se impuso en la década de 1950 conocida como
          «Alemania del milagro económico». Hoy en día es impensable comenzar la escolaridad
          sin una  Schultüte. Mientras que las primeras  Schultüten  solían  hacerse  con  cariño
          en casa, hoy en día se compran Schultüten con dibujos de héroes infantiles como
          Rayo McQueen y superhéroes de Marvel y DC. El contenido también ha cambiado
          considerablemente: Mientras que en la época de Erich Kästner contenían «caramelos,
          dátiles, conejitos de Pascua, higos, naranjas, pastelitos, waffles y abejorros dorados»***,
          hoy los padres y madres discuten en los blogs de padres si la Schultüte debe contener
          un smartphone. Lamentablemente, la Schultüte se ha convertido a menudo en un
          símbolo  de  estatus  y  los  padres  se  ven  presionados  para  estar  a  la  altura  de  otros

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