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tro paso por la secundaria, sabremos elaborar la experiencia de manera tal que resulte po-
sitiva para nuestra formación. De esto estamos seguros. Si algo nos llevamos como heren-
cia, es la posibilidad de pensar. Porque el aprender a pensar ha permanecido a lo largo de
todos los años de colegio como algo independiente, ajeno pero al mismo tiempo estrecha-
mente ligado a los programas educativos, a los exámenes y a los trabajos prácticos. Y este
objetivo es tal vez un eje central en torno del cual debería girar cualquier institución edu-
cativa. No ya el de aprobar tal o cual examen, o el de llegar a diciembre con todas las ma-
terias sobre siete, sino algo mucho más ambicioso: la posibilidad de poder pensar. Repre-
senta el verdadero ideal que el colegio desea para sus alumnos.
Hoy, más que nada, nos gustaría agradecer con pocas, pero sinceras palabras, a todos
los profesores que, a lo largo de estos seis años, nos han acompañado siempre, transmitién-
donos sus conocimientos y estimulando nuestro deseo de saber. Juntos, hemos vivido mo-
mentos agradables y divertidos, así como experiencias inolvidables, entre ellas los viajes a
Verónica y a Tandil.
Sin duda alguna es a ellos a quienes más debemos agradecer por todo lo aprendido.
Al cuerpo directivo, quisiéramos agradecerle el haber estado siempre presente y bien
dispuesto a lo largo de estos años a escuchar nuestros planteos y trabajar para resolverlos.
No olvidamos, de ningún modo, a nuestros padres, que con su presencia y apoyo cons-
tantes, nos permitieron llegar al fin de esta etapa imprescindible.
Y así, sin más que agregar, nos despedimos de cada uno de ustedes y no de todos, por-
que, como diría Borges, “todos” es una abstracción, mientras que “uno” es lo real, el indi-
viduo.
Gracias.
Maximiliano von THÜNGEN
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