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CAM)RA DE DIPUTADOS DE LA NACION

                                                 Si la Comisión prestó especial atención, en
                                               los tres meses de su labor, a la organización
                                                nazi y sus vinculaciones en el país, ha sido
                                                por considerarla la más peligrosa en sus medios
                                               de penetración y por la fuerza perturbadora y
                                                corruptora que ella entraña como prolongación
                                                directa de un régimen extranjero, a cuyas nor-
                                                mas está ciegamente sometida, y por los méto-
                                                dos y planes dictatoriales que aplica y propó-
                                                nese realizar en el medio argentino.
                                                  Una nueva prueba de esta afirmación, abona-
                                                da en forma irrefutable por los tres Informes
                                                anteriores, nos la ofrece el material reunido en
                                                el presente. El viejo y grave problema de las es-
                                                cuelas extranjeras, señalado en su hora por
                                                estadistas y educadores calificados como Sar-
                                                miento, Ramos Mejía y Bavio, entre otros,
                                                aparece hoy agudizado y con caracteres que
                                                exigen una celosa dedicación de los poderes
                                                públicos. No es ya el caso aislado de una colec-
                                                tividad empeñada en enseñar a sus hijos, naci-
                                                dos en la Argentina, su idioma propio, sino d
                                                escuelas extranjeras en todo sentido y cuya
                                                misión primordial, a cargo de docentes designa-
                                                dos y fiscalizados por autoridades extrañas, es
                                                la de preparar en la infancia una mentalidad,
                                                un espíritu y un concepto integral de la vida
                                                y la conducta que sirvan ideologías e intereses
                                                en pugna con los inherentes a nuestra naciona-
                                                lidad.
                                                  El nazismo no desconoce la influencia decisi-
                                                va de la escuela y su gravitación en la forma-
                                                ción de la juventud, empleándola como un me-
                                                dio más de catequización para sus fines, con una
                                                insidiosa habilidad y una apariencia de respeto
                                                a la autoridad escolar del país que este Informe
                                                documenta en todos sus aspectos.
                                                  La escuela popular está llamada a ser un fac-
                                                tor primordial e insubstituible en la obra de
                                                asegurar la cohesión intelectual y moral de un
                                                país, y cuando, como en nuestro caso, por su
                                                 omposición étnica, lo integran hogares prove-
                                                nientes de todo el mundo, esa obra no puede
                                                ni debe descuidarse un sólo instante si se quiere
                                                mantener en sus rasgos esenciales y perfilar
                                                con vigor una conciencia nacional cada vez más
                                                firme y lúcida. Justo es reconocer que la ley
                                                número 1.420, fruto de la experiencia y la pa-
                                                triótica consagración de legisladores y gobernan-
                                                tes inteligentes, contribuyó, con la número 4.874,
                                                a llenar esa misión fundamental.
                                                  Es cierto que con frecuencia se dió el caso
                                                de colectividades reacias, determinando la in-
                                                tervención de las autoridades escolares; pero no
                                                lo es menos que nunca actuaron inspiradas por
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