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ALEJANDRA ULRICH
“Lo cortés no quita lo valiente”, esa es una de las frases
de cabecera de Alejandra. Y pensando en las palabras que
escribiría para despedir a nuestra colega y a mi gran amiga,
llegué a la conclusión que justamente son estas palabras las
que definen en gran medida la esencia de Alejandra. Ella es
cortés y valiente.
Cortés porque todo lo encara con una sonrisa y desde la
empatía, con una mirada constructiva, dispuesta a encontrar
siempre consensos y proponer soluciones, escuchando a los
demás, dispuesta a dar una mano y ayudar. Esto se refleja en
su trato con los alumnos que le devuelven una sonrisa genuina
cargada de afecto su alegre jovialidad y lo vemos todos los que nos cruzamos con ella
en nuestro quehacer diario. ¿Quién no conoce a Alejandra y su espontánea manera
de socializar con los demás, entrando a una oficina, compartiendo una charla en un
pasillo o una taza de café en la sala de profesores? Siempre nos muestra ese lado
amable y no es una fachada, forma parte de su esencia y su necesidad de desarrollarse
en un entorno positivo y armonioso, sin estridencias.
Por otro lado tenemos a una Alejandra trabajadora, creativa, hacedora que no le
escapa a nuevos desafíos, ya sean elegidos por ella misma o que resulten de su trabajo.
Fue directora de la Humboldt-Akademie, del Lehrerseminar, docente de alemán en
la Universidad Tecnológica Nacional, docente en primaria y secundaria, profesora
consejera, entusiasta acompañante en viajes escolares y finalmente gran gestora en
la Semana de Proyectos por los 125 años de nuestro colegio, una tarea nada fácil por
cierto. Pocas cosas le quedaron por hacer en su carrera. De modo que te podés retirar
contenta y satisfecha, Ale querida, luego de una larga y fecunda trayectoria laboral,
plena de enseñanzas, aprendizajes y logros obtenidos.
Y ahora llegamos a la Alejandra valiente, que siempre sabe escuchar otros puntos
de vista y defender su propia postura, su opinión, de manera firme, pero cortés. Sabe
decir que no, repreguntar, cuestionar, pero siempre desde la empatía y con el fin
de encontrar una mirada superadora que satisfaga a todos. Y eso no es poca cosa.
Valiente también por su manera de encarar la vida, perseguir sus sueños y lograr sus
metas. Un gran ejemplo para mi y seguramente para muchos.
Y como siempre digo, el colegio es un lugar increíble para aprender y enseñar.
Aprenden los chicos, aprendemos los grandes. Es un lugar de encuentro maravilloso,
donde convergen distintas ideas, distintas edades, distintas culturas, distintas raíces
y distintos idiomas. No en muchos lugares de trabajo encontramos tantos matices,
tanta riqueza. Y yo, Alejandra, me quedo con un montón de enseñanzas tuyas: tu
sentido del humor, tu alegría, tu compañerismo, tu solidaridad, tu cordialidad y tu
calidez, tu capacidad de gestión, por mencionar solo algunas. Con nadie en el colegio
compartí tantas experiencias, tantas anécdotas, tantos lindos momentos y recuerdos.
Por eso yo personalmente te voy a extrañar mucho. Nos vas a faltar, cuando en un
futuro no veamos tu sonrisa o escuchemos tu animada charla en los rincones de la
Goethe-Schule o a las “Chicas Deutsch” no nos llegue un importante recordatorio de
último momento por Whatsapp.
Termina una gran etapa pero empieza otra maravillosa, que irás conquistando con
tu naturaleza alegre y positiva, siempre bien predispuesta y que te deparará muchas
y merecidas satisfacciones luego de una intensa y extensa etapa laboral. Tu misión en
el colegio la cumpliste con creces. Te deseamos todo lo mejor hoy y siempre.
Susanne Hoepner
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