Wilhelm Keiper


La era Keiper

Die Belgranoschule in Buenos Aires

Der Deustche in Argentinien

“Wanted a teacher!” La reforma del profesorado secundario en la obra de Wilhelm Keiper, Rafael S. Gagliano

Keiper, Wilhem – Análisis informando acerca de la educación en las escuelas alemanas

En los difíciles años veinte, cuando se planteó la candente cuestión de si el Colegio Belgrano debía adoptar el plan de estudios argentino para los colegios nacionales y convertirse en un Colegio Incorporado, una escuela argentina con clases adicionales de alemán, el Consejo tuvo la suerte de encontrar un nuevo director que, tras el regreso del Dr. Gabert a Alemania, en 1922, se convirtió en director y permaneció en el cargo hasta 1932. Con su claro sentido común, su rica experiencia pedagógica y el conocimiento del país y de la gente que debe a dieciocho años de trabajo en Argentina, es un piloto al que se le puede confiar el timón en situaciones críticas. En 1904 llega al país como director del Instituto Nacional del Profesorado Secundario, una especie de colegio para la formación de profesores de enseñanza media, donde se enseña filosofía y pedagogía, así como la metodología especial de cada una de las asignaturas. Entre sus colegas en el instituto figuran el Dr. Bock, que en 1911 se convierte en director de la Escuela Belgrano, y el psicólogo Felix Krüger, más tarde sucesor de Wilhelm Wundt en el Instituto Psicológico de la Universidad de Leipzig. Su extraordinaria capacidad de trabajo permite al Prof. Keiper estar activo en varios lugares al mismo tiempo. Como Director del Instituto de Formación Docente, ha trabajado también como profesor en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires y, como Director de Escuela, asume simultáneamente tareas que le encomienda el Departamento Cultural de la Embajada de Alemania.

Al comienzo de la era Keiper, el colegio sigue atravesando dificultades económicas. Muchos de los nuevos inmigrantes procedentes de Alemania no pueden pagar las cuotas escolares de sus hijos, por lo que la dirección tiene que conceder a veces 86 exenciones o reducciones de las cuotas escolares, lo que supone la pérdida de casi una quinta parte de los ingresos por cuotas escolares para el total de 461 alumnos.

La Reichsbeihilfe, que había sido una ayuda para el Schulverein durante los años de la guerra, se desvanece ahora como consecuencia de la inflación en Alemania hasta tal punto que la Junta renuncia a ella en 1923. Por cierto, se considera que en estos años de necesidad y confusión en la vieja patria, más vale ayudar a Alemania que esperar ayuda de ella.

Los alumnos recogen dinero, ropa usada, zapatos y ropa para niños necesitados de Hamburgo, Bremen y Berlín, en parte por iniciativa propia y en parte por sugerencia de sus profesores.

El hecho de que la relación entre Alemania, que hasta ahora era la parte que daba, y los alemanes en el extranjero, acostumbrados a recibir ayuda de los «alemanes del Reich», se haya invertido de forma bastante evidente, también se nota en otros aspectos: En estos años, el examen alemán de fin de estudios no ocupa un lugar destacado en la agenda de los germano-argentinos. Nadie piensa en enviar a sus hijos a Alemania. Uno puede imaginarse lo que se siente allí cuando se encuentra con los inmigrantes alemanes desgarrados y hambrientos en el barrio portuario o tiene que tratar con ellos en clubes y organizaciones benéficas o en centros de asesoramiento. Pero si nadie quiere que sus hijos estudien en Alemania, los padres se preguntan con razón: ¿Qué harán nuestros chicos con su Abitur en Argentina? Ni el consejo ni el director encuentran una respuesta satisfactoria a esta pregunta. Así, en 1922, la escuela sólo tiene un egresado: Jörn Ols-hausen, en 1923 dos y otros tantos al año siguiente. ¿Merece la pena que en 1923 la escuela sea reconocida oficialmente como Oberrealschule alemana «con derecho al Reifeprüfung», cuando nadie parece conceder especial importancia al Abitur?

Si quieres estudiar en Argentina, ve a un colegio nacional a tiempo – para no perder un año. «A tiempo» quiere decir: a más tardar después de terminar el primer ciclo de la escuela secundaria, porque en el terciario superior y en el primer ciclo de la escuela secundaria todavía se pueden preparar los exámenes como alumno externo en un colegio nacional para luego ingresar al tercer año de una escuela superior argentina en lugar del segundo ciclo de la Escuela Belgrano. A las tres clases de la escuela superior de nuestro colegio asisten 10 alumnas en 1922, 8 en 1923 y 13 en 1924, y la última cifra es sólo tan alta (¡!) porque algunas de las chicas de la primera clase pasan ahora a la escuela secundaria superior.

Aparte de la ociosidad financiera que significa esta baja asistencia en las clases superiores, los padres, el director y los profesores deben preguntarse seriamente si no sería mejor desviarse del camino que han seguido hasta ahora, adoptar el plan de estudios argentino y ponerse bajo la supervisión de las autoridades escolares argentinas, en otras palabras, transformar la Oberrealschule alemana en un Colegio Incorporado.

La cuestión se decide en 1928 en las conferencias de profesores y en las reuniones de la junta directiva en el sentido de que se rechaza la incorporación Un Colegio Incorporado proporcionaría efectivamente a las alumnas que quieren asistir a una universidad argentina el derecho a estudiar con el bachillerato, pero ya no podría mantener viva en ellas la lengua alemana ni introducirlas en la cultura alemana. Por último -se argumenta- no sólo hay que pensar en los jóvenes que quieren prepararse para una profesión académica en Argentina, sino también en sus compañeros que quieren dedicarse a profesiones prácticas, o en las chicas que no tienen ninguna intención de dedicarse a una profesión.

Sin embargo, el número de estudiantes que consideran que una educación secundaria superior completa es la mejor preparación para una profesión práctica y para la vida no ha crecido mucho desde 1922: En 1927, el Obersekunda sólo tenía seis alumnos, el Unterprima ocho y el Oberprima dos. La situación sólo cambia cuando la reactivación económica de Alemania crea un incentivo para estudiar y seguir una carrera en el viejo continente. Entre 1927 y 1932, el número de alumnos de la escuela superior pasa de dos a catorce.

En los años veinte, la escuela superior está subvencionada y la escuela media sólo puede sostenerse si garantiza una preparación adecuada para los exámenes argentinos. Con este fin, en 1923 el plan de estudios de español de las clases de Nona a Terciario Inferior y de Noveno a Tercero de Niñas se adapta al plan de las escuelas primarias argentinas; ya el año anterior, con el fin de preparar más intensamente para el examen final de las escuelas primarias argentinas, se aumentó el número de lecciones de español en el Terciario Inferior de nueve a doce lecciones por semana. A fin de facilitar a los alumnos del Terciario Inferior y del Secundario Inferior la realización de los exámenes del primer y segundo año del Colegio Nacional como externos en el Colegio Nacional Bartolomé Mitre, a partir de 1927 las dos clases se dividen en una sección alemana (Sección A) y una sección española (Sección B) con un plan de estudios diferente, salvo las clases conjuntas de alemán y español. Esta medida inconveniente y costosa se lleva a cabo durante dos años. Entonces se ofrece desde el exterior una solución a la cuestión: ¿Bachillerato o Reifeprüfung?

El 1 de enero de 1927, la junta directiva de la Asociación del Colegio Alemán de Belgrano se hizo cargo del Colegio Germania, un Colegio Incorporado, con lo que se completaba el segundo curso de secundaria (según el programa argentino), pero debía ampliarse al Bachillerato. Dado que la disminución del número de alumnos del colegio Germania provocó un déficit en el balance, que tuvo que ser cubierto por la junta directiva de la asociación escolar, se propuso la fusión de las clases superiores de los colegios Cangallo y Germania, que se hizo efectiva en 1929. El Colegio Alemán Incorporado, formado a partir de las clases superiores de los colegios Cangallo y Germania, cuenta con alumnos suficientes para mantenerse por sí mismo. Esto también proporciona una solución al problema: ¿debe el Colegio Belgrano seguir siendo un colegio alemán o solicitar su incorporación? Ahora hay dos opciones para los jóvenes alemanes en Buenos Aires: hacer el bachillerato en un colegio alemán o hacer el bachillerato en un colegio «incorporado» con clases de alemán y un alumnado predominantemente alemán. Esto elimina la necesidad de hacer concesiones especiales en el Colegio Belgrano para los alumnos que quieran pasar al Colegio Nacional. En el futuro, los que aspiren al Bachillerato cambiarán de colegio tras el examen de tercero inferior y sexto curso e ingresarán en el primer curso del Colegio Alemán Incorporado; a cambio, los alumnos de Germania o Cangallo que estén interesados en presentarse al examen de bachillerato alemán pasarán al tercero superior del Colegio Belgrano tras el examen final de la escuela primaria argentina. Si hay más futuros alumnos para el Bachillerato, lo que debería ser el caso por el momento, existe la perspectiva de que el Colegio Belgrano compense la pérdida de alumnos con el paso del tiempo volviendo a tener más aspirantes a estudiar en Alemania, que poco a poco va superando las consecuencias de la guerra perdida y del Tratado de Versalles.

Ahora que por fin se ha fijado el rumbo de la escuela, se puede mejorar y enriquecer el programa de estudios de alemán. Probablemente nunca la escuela ha proporcionado más estímulos de todo tipo y ha animado a los alumnos de tantas maneras como en la década anterior a la Segunda Guerra Mundial. Al mismo tiempo, existe una armoniosa relación entre profesores y alumnos que representa un feliz término medio entre el principio de autoridad del pasado y la no siempre agradable camaradería de la nueva era. Aunque el director pertenece a la vieja generación, ya no es un Júpiter tonans, sino que se gana el respeto por el hecho de que, consciente de su superioridad intelectual, nunca se deja llevar por arrebatos de ira o amenazas, sino que siempre mantiene la calma y juzga con objetividad, a lo que le ayuda además el hecho de que tiene el don de la palabra justa en el momento oportuno. Sabe puntualizar eficazmente sus discursos, por ejemplo concluyendo un discurso a los alumnos que terminan la escuela con las palabras de que espera que se conviertan en alumnos de Goethe de los alumnos de Goethe (el cambio de nombre de la escuela en 1931 se remonta a él). Con su retórica y su inquebrantable sensatez, a veces tiene algo de francés, a lo que también se ajusta su ágil figura menuda y la perilla.

Uno de los enriquecimientos del plan de estudios es la introducción de clases de artesanía, en las que se elaboran calados y trabajos en metal, figuras para espectáculos de Punch and Judy y, con el tiempo, carpintería cada vez más elaborada. En física, química y biología se pasa de la teoría a la experimentación. Se contrata a una inglesa y una francesa para dar clases de conversación y literatura. Las chicas reciben lecciones de historia del arte.

Se introduce una clase de debate para los alumnos de Secundaria superior. En el segundo ciclo de secundaria y en las dos secciones de Prima se han instalado buzones de notas en los que cada alumno puede colgar sus preguntas, sugerencias y comentarios críticos sobre el funcionamiento de la escuela. Se imprime un periódico escolar, «Die Brücke» (El Puente), para establecer un vínculo entre la escuela y el hogar, los profesores y los alumnos, aquí y allá. Se publica cada dos meses y pronto sobrevive sin subvenciones. Hay música y teatro: El «Puppenfee» de Bayer se baila en versión abreviada en el festival escolar de 1925, un grupo de teatro representa la obra de matones de «El sueño de una noche de verano». Al año siguiente, el coro de la escuela interpreta la obra de Romberg «Glocke» de Schiller. En una fiesta de Navidad se representan escenas de «Hansel y Gretel» de Humperdinck. Un joven y emprendedor profesor de música ensaya la ópera escolar de Hindermith «Estamos construyendo una ciudad» y organiza celebraciones musicales matinales los domingos. Aún queda tiempo para estas actividades secundarias, que a veces son más estimulantes y educativas y un medio más eficaz de despertar las fuerzas creativas de los jóvenes que algunas de sus ocupaciones principales. En el Año Goethe 1932, un coro de alumnos actúa en la celebración en la escuela y en el acto en el Teatro Cervantes organizado por las asociaciones culturales alemanas. Las fiestas escolares, que hasta entonces habían sido un mal necesario, adquieren un espíritu orientador y se convierten en verdaderas celebraciones llenas de color y disfraces: Una vez celebran un «festival de ferias en Plundersweilem», otra vez un festival de trajes folclóricos «Aus deutschen Gauen», una tercera vez se amplía el ámbito y el lema es «De todo el mundo», otra vez se vuelven localmente patrióticos y organizan una «feria en Belgrano», y una vez los «Meistersinger» inspiran a padres, profesores y alumnos para organizar una «feria de Núremberg».

Incluso dentro de las clases de las asignaturas, uno se libra de viejos esquemas: los tiempos en que la lectura de alemán se limitaba a los clásicos han quedado atrás. Uno ya no tiene que escribir redacciones de examen sobre citas de Büchmann, por ejemplo sobre el tema «Diligencia y trabajo son las alas, así que conduce sobre arroyo y colina», sino que ahora se le permite interpretar las palabras de Goethe: «América, lo tenéis mejor / que nuestro continente, el viejo, / no tenéis castillos en ruinas / ni basaltos. / No te turban por dentro / a la hora de vivir / los recuerdos inútiles / y las disputas vanas» y en otra ocasión el bello tema «Mira a tu alrededor – Mira dentro de ti – Mira por encima de ti», como pauta de vida.

La reforma escolar prusiana de 1924, cuyo iniciador, el ministro prusiano de Ciencia, Arte y Educación Nacional Otto Bölitz, visitó la Escuela Belgrano en 1927 y asistió a un examen de fin de estudios, sólo se aplicó en la medida en que era compatible con las tareas de una escuela alemana en el extranjero. Por otra parte, el «Reglamento para el examen de bachillerato en las escuelas alemanas superiores en el extranjero», elaborado por el Ministerio del Interior alemán, también es vinculante para la Escuela Belgrano; entra en vigor en 1929.

La reforma de la escuela femenina causa algunos quebraderos de cabeza. El profesor Keiper sugiere que se cree una escuela femenina para las chicas que no quieran estudiar, que seguiría a la primera clase y prepararía a las alumnas «para las tareas domésticas como esposa y madre» en un curso de dos años. Entre sus asignaturas figuran: Pedagogía, ciencia doméstica, sanidad, puericultura, aritmética doméstica, etc. Por otra parte, las chicas que deseen presentarse al examen de fin de estudios deben pasar a la escuela secundaria superior después del primer curso y recibir clases junto con los chicos. El requisito previo para esta nueva disposición es la armonización del plan de estudios de los cursos inferior y medio de la escuela femenina con el de la escuela masculina.

La escuela femenina se experimenta durante unos años. Se pretende abandonar la idea de que sólo debe preparar a las alumnas para la futura profesión de ama de casa e incluir en el programa clases de lengua y literatura, además de matemáticas y ciencias. El segundo año se organizará al estilo de un centro de educación de adultos, con asignaturas prácticas ya no en el centro sino en la periferia, y en forma de cursos complementarios voluntarios. En 1928, se abandona la escuela femenina «por falta de alumnas». Pero la falta de alumnas se debe probablemente a que no está muy claro qué tareas debe desempeñar la escuela femenina.

La ampliación de la escuela continuó durante estos años: En 1924, la parte central del edificio se elevó una planta. De este modo se dispone de dos nuevas aulas grandes y de espacio para las colecciones y para los trabajos prácticos de los alumnos en ciencias naturales. Por otra parte, el generoso proyecto de una piscina moderna no pudo llevarse a cabo, ya que el terreno frente a la Obligado, que la junta quería comprar para este fin, fue confiscado por el ayuntamiento para poder atravesar la carretera, la Obligado.

Lo que sigue faltando en la escuela es un campo de deportes. En el patio de la escuela, que apenas es lo bastante grande para los alumnos durante los recreos, como mucho se puede hacer calistenia durante las clases de gimnasia. Afortunadamente, todavía hay algunas calles tranquilas cerca del edificio de la escuela que pueden utilizarse para correr, los juegos de ejercicio se trasladan a la playa del Río de la Plata, y el remo se practica en Tigre, donde la asociación Teutonia proporciona embarcaciones a la escuela. Las tardes de deporte se celebran en diversos clubes de los suburbios vecinos. A partir de 1924, los alumnos de las clases superiores tienen la oportunidad de tomar clases de tiro con un oficial de instrucción argentino para que, tras cumplir las condiciones de instrucción de tiro, puedan presentarse al servicio militar voluntario a los 18 años, del que son licenciados como aspirantes a oficiales al cabo de tres meses.

Tras el avance de Obligado, se subasta el resto de la propiedad vecina que da a la nueva carretera, y la asociación escolar adquiere el terreno, que se ha reducido a 520 metros cuadrados (cuesta 46.000 pesos, más de lo que costaba toda la propiedad de la escuela en 1904). El patio de la escuela puede ahora ampliarse, lo que beneficia también a las clases de gimnasia.

En 1931, el número de alumnos de la escuela Germania había disminuido hasta tal punto que una asamblea general de la asociación escolar decidió disolver la escuela. En el último momento, los padres de los alumnos de la Germania y un grupo de antiguos alumnos intervienen para intentar mantener viva la escuela. Al fundar su propia asociación, la Asociación Escuela Alemana Belgrano, que hasta entonces administraba la escuela junto con la antigua Asociación Escuela Germania, se libra de tener que seguir cubriendo el déficit en constante aumento.

En cambio, las obligaciones frente al Colegio Alemán Incorporado -que más tarde pasaría a llamarse Colegio Burmeister- se mantienen hasta 1939, en la medida en que la Asociación Colegio Alemán Belgrano tiene que pagar un déficit del Colegio Burmeister. El alivio financiero que supone la disolución de la asociación con el Colegio Germania permite a la junta conceder a un mayor número de alumnos de Belgrano una reducción o exención de sus cuotas escolares. La crisis económica de 1930 también se hace sentir entre los belgranos alemanes: Una quinta parte de los padres no puede pagar la totalidad de las tasas escolares.

Después de que al profesor Keiper ya se le hubiera concedido la excedencia como director en 1931 debido a su trabajo para el Consejo Cultural de la Embajada de Alemania, finalmente dimite de su cargo de director en 1932. El Consejo organiza una fiesta de despedida en su honor, a la que asiste el profesorado de las escuelas Belgrano y Burmeister y, entre otros invitados, el enviado alemán, el ministro Dr. von Keller. En los diez años en que el profesor Keiper ha sido responsable del colegio, éste no sólo ha adquirido su forma definitiva y ha recibido los planes de estudio que estuvieron vigentes hasta 1945, sino que se ha convertido en el mayor colegio alemán de enseñanza secundaria superior en el extranjero.

Sólo en un aspecto no logró su objetivo: el Abitur alemán no fue reconocido por las autoridades argentinas como equivalente al Bachillerato y, en consecuencia, no da derecho a estudiar en una universidad argentina. Si bien es posible estudiar en Alemania, Suiza, Austria y Holanda con el certificado de egreso del Colegio Belgrano, en Argentina sólo algunas facultades de la Universidad de Buenos Aires: las Facultades de Agronomía y Filosofía, y la Escuela de Ciencias Naturales, la Facultad de Química y Farmacia y la Facultad de Agronomía de la Universidad de La Plata aceptan como alumnos a egresados de nuestro colegio.

En 1932, el Colegio Belgrano, ahora rebautizado como Colegio Goethe, asumió la presidencia de la Asociación de Colegios Alemanes, la organización que agrupa a los colegios alemanes de Buenos Aires y alrededores. Diecisiete asociaciones de colegios están afiliadas a la asociación, que cuenta con diecinueve colegios con 4223 alumnos.

Die Ära Keiper

In den schwierigen zwanziger Jahren, als es zu einer brennenden Frage wird, ob die Belgrano-Schule nicht doch den argentinischen Lehrplan für Nationalkollegs übernehmen und ein Colegio Incorporado, eine argentinische Schule mit zusätzlichem Deutschunterricht, werden soll, hat der Vorstand das Glück, einen neuen Direktor zu finden, der nach der Rückkehr Dr. Gaberts nach Deutschland, im Jahre 1922, Schulleiter wird und bis 1932 im Amt bleibt. Mit seiner klaren Vernunft, seiner reichen pädagogischen Erfahrung und der Kenntnis des Landes und der Menschen, die er einer achtzehnjährigen Tätigkeit in Argentinien verdankt, ist er ein Lotse, dem man in kritischen Situationen das Steuer anvertrauen kann. Im Jahre 1904 ist er als Direktor des Instituto National del Profesorado Secundario ins Land gekommen, einer Art Hochschule für die Ausbildung von Lehrern an höheren Schulen, an der sowohl Philosophie und Pädagogik wie die spezielle Methodik der einzelnen Fächer gelehrt wird. Zu seinen Mitarbeitern am Institut gehören Dr. Bock, der 1911 Direktor der Belgrano-Schule wird, und der Psychologe Felix Krüger, der spätere Nachfolger Wilhelm Wundts am Psychologischen Institut der Universität Leipzig. Seine außerordentliche Arbeitskraft ermöglicht es Prof. Keiper, an mehreren Stellen zugleich tätig zu sein. Als Direktor des Instituts für Lehrerbildung hat er nebenher als Dozent an der Philosophischen Fakultät der Universität Buenos Aires gewirkt, und als Schulleiter übernimmt ei zugleich Aufgaben, die ihm die Kulturabteilung der Deutschen Botschaft anvertraut.

Die Schule hat zu Anfang der Ära Keiper noch immer mit wirtschaftlichen Schwierigkeiten zu kämpfen. Viele Neueinwanderer aus Deuschland sind nicht in der Lage, das Schulgeld für ihre Kinder zu zahlen, so dass der Vorstand zeitweise 86 Freistellen oder Schulgeldermässigungen gewähren muss, was bei der Gesamtzahl von 461 Schülern den Ausfall von nahezu einem Fünftel der Schulgeldeinnahmen bedeutet.

Die Reichsbeihilfe, die in den Kriegsjahren eine Hilfe für den Schulverein bedeutet hat, schmilzt nun infolge der Inflation in Deutschland derart zusammen, dass der Vorstand im Jahre 1923 auf die Annahme verzichtet. Man ist im übrigen der Meinung, dass man in diesen Jahren der Not und der Verwirrung in der alten Heimat eher Deutschland helfen als Hilfe von ihm erwarten sollte. Die Schüler sammeln, zum Teil aus eigener Initiative, zum Teil auf Anregung ihrer Lehrer hin, Geld, gebrauchte Kleider, Schuhe und Wäsche für notleidende Kinder in Hamburg, Bremen und Berlin.

Dass sich das Verhältnis zwischen Deutschland, das bisher der gebende Teil gewesen ist, und den Auslanddeutschen, die daran gewöhnt sind, sich von den “Reichsdeutschen” helfen zu lassen, ganz offensichtlich umgekehrt hat, macht sich auch in anderer Hinsicht bemerkbar: Die deutsche Reifeprüfung steht in diesen Jahren bei den Deutsch-argentinern nicht besonders hoch im Kurs. Niemand denkt daran, seine Kinder nach Deutschland zu schicken. Wie es drüben aussieht, das kann man sich vorstellen, wenn man den abgerissenen und ausgehungerten Einwanderern aus Deutschland im Hafenviertel begegnet oder in Vereinen und Wohltätigkeitsorganisationen oder auf Beratungsstellen mit ihnen zu tun hat. Wenn aber niemand seine Kinder in Deutschland studieren lassen will, fragen die Eltern mit Recht: Was fangen unsere Jungen mit dem Abitur in Argentinien an? Weder Vorstand noch Schulleiter können auf diese Frage eine befriedigende Antwort finden. So hat die Schule im Jahre 1922 einen einzigen Abiturienten: Jörn Ols-hausen, im Jahre 1923 zwei und ebenso viele im folgenden Jahr. Lohnt es sich, dass die Schule 1923 offiziell als deutsche Oberrealschule “mit der Berechtigung zur Abhaltung der Reifeprüfung” anerkannt wird, wenn niemand besonderen Wert auf das Abitur zu legen scheint?

Wer in Argentinien studieren will, geht rechtzeitig – um kein Jahr zu verlieren – auf ein Nationalkolleg. “Rechtzeitig” bedeutet: spätestens nach Abschluss der Untersekunda, denn in der Obertertia und Untersekunda kann man sich zur Not noch auf die Examina als Externer an einem Nationalkolleg vorbereiten, um dann statt in die Obersekunda der Belgrano-Schule in das dritte Jahr einer argentinischen höheren Schule einzutreten. Die drei Klassen der Oberstufe unserer Schule werden im Jahre 1922 von 10, 1923 von 8 und 1924 von 13 Schülern besucht, und die letzte Ziffer ist nur darum so hoch (!), weil jetzt die Mädchen der ersten Klasse zum Teil in die Obersekunda übergehen.

Abgesehen von dem finanziellen Leerlauf, den dieser schwache Besuch der Oberklassen bedeutet, müssen sieh Eltern, Direktor und Lehrer allen Ernstes fragen, ob sie nicht besser daran tun, von dem bisher begangenen Wege abzuweichen, den argentinischen Lehrplan zu übernehmen und sich der Aufsicht der argentinischen Schulbehörden zu unterstellen, mit anderen Worten die deutsche Oberrealschule in ein Colegio Incorporado umzuwandeln.

Die Frage wird im Jahre 1928 auf Lehrerkonferenzen und Vorstandsitzungen in dem Sinne entschieden, dass man die Inkorporierung ablehnt Ein Colegio Incorporado würde zwar den Schülern, die eine argentinische Universität besuchen wollen, mit dem bachillerato die Berechtigung zum Studium vermitteln, wäre aber nicht mehr in der Lage, die deutsche Sprache in ihnen lebendig zu erhalten und sie in die deutsche Kultur einzuführen. Schließlich – argumentiert man – dürfe man nicht nur an die jungen Leute denken, die sich in Argentinien auf einen akademischen Beruf vorbereiten wollen, sondern auch an ihre Kameraden, die praktische Berufe ergreifen möchten, oder die Mädchen, die überhaupt nicht die Absicht haben, einen Beruf auszuüben.

Doch die Anzahl der Schüler, die in einer abgeschlossenen Oberrealschulbildung die beste Vorbereitung auf einen praktischen Beruf und auf das Leben sehen, ist seit 1922 nicht viel grösser geworden: Noch im Jahre 1927 zählt die Obersekunda nur sechs, die Unterprima acht und die Oberprima zwei Schüler. Die Lage ändert sich erst, als mit dem wirtschaftlichen Wiederaufstieg Deutschlands auch wieder ein Anreiz zum Studium und einer Berufslaufbahn in der alten Heimat geschaffen wird. Zwischen 1927 und 1932 steigt die Anzahl der Oberprimaner von zwei auf vierzehn an.

In den zwanziger Jahren ist die Oberstufe ein Zuschussbetrieb und die Mittelstufe kann sich nur halten, wenn die Schule eine sachgemäße Vorbereitung auf die argentinischen Examina garantieren kann. Zu diesem Zweck wird im Jahre 1923 der spanische Lehrplan der Klassen Nona bis Untertertia und der neunten bis dritten Mädchenklasse dem Plan der argentinischen Volksschule angepasst; bereits im Vorjahr hat man die Zahl der Spanisch-Stunden in der Untertertia, um die Abschlussprüfung der argentinischen Volksschule intensiver vorzubereiten, von neun auf zwölf Wochenstunden erhöht. Um es den Schülern der Untertertia und Untersekunda zu erleichtern, die Examina des ersten und zweiten Nationalkollegjahres als Externe am Colegio Nacional Bartolome Mitre abzulegen, werden die beiden Klassen ab 1927 in einen deutschen Zug (Abteilung A) und einen spanischen (Abteilung B) mit abweichendem Lehrplan, bis auf den gemeinsamen Deutsch- und Spanischunterricht, aufgeteilt. Die unbequeme und kostspielige Maßnahme wird zwei Jahre lang durchgeführt. Dann bietet sich von außen her eine Lösung für die Frage: Bachillerato oder Reifeprüfung? an.

Am 1. Januar 1927 übernimmt der Vorstand des Deutschen Schulvereins Belgrano die Germaniaschule, ein Colegio Incorporado, das bis zum Abschluss des zweiten höheren Schuljahrs (nach argentinischem Programm) führt, aber bis zum Bachillerato ausgebaut werden soll. Da der Rückgang der Schülerzahl der Germaniaschule ein Defizit in der Bilanz zur Folge hat, das der Schulvereins Vorstand zu decken hat, regt man eine Vereinigung des Oberbaus der Cangallo —und der Germaniaschule an, die im Jahre 1929 in Kraft tritt. Das aus den Oberklassen der Cangallo— und Germaniaschule gebildete Colegio Aleman Incorporado verfügt über genügend Schüler, um sich aus eigenen Kräften erhalten zu können. Damit ergibt sich zugleich eine Lösung für das Problem: Soll die Belgrano-Schule eine deutsche Schule bleiben oder ihre Inkorporierung beantragen? Es gibt nun für die deutsche Jugend in Buenos Aires zwei Möglichkeiten: die Reifeprüfung an einer deutschen Schule zu machen oder das Bachillerato an einer “inkorporierten” Schule mit Deutschunterricht und überwiegend deutscher Schülerschaft. Damit fällt die Notwendigkeit weg, an der Belgrano-Schule besondere Rücksichten auf die Schüler zu nehmen, die auf das Nationalkolleg übergehen wollen. Wer das Bachillerato anstrebt, wird in Zukunft nach der Untertertia und dem Examen des sechsten Grades die Schule wechseln und in das erste Jahr des Colegio Aleman Incorporado eintreten; dafür werden Germania- oder Cangalloschüler, denen daran gelegen ist, die deutsche Reifeprüfung zu machen, nach der Schlussprüfung der argentinischen Volkschule in die Obertertia der Belgrano-Schule übergehen. Wenn es mehr Interessenten für das Bachillerato gibt, was zunächst der Fall sein dürfte, so besteht die Aussicht, dass die Belgrano-Schule die Verluste an Schülern im Laufe der Zeit dadurch ausgleicht, dass es wieder mehr Anwärter auf ein Studium in Deutschland gibt, das die Folgen des verlorenen Krieges und des Vertrages von Versailles allmählich überwindet.

Nachdem der Kurs der Schule nun endgültig festgelegt ist, kann der deutsche Lehrplan verbessert und bereichert werden. Vermutlich hat die Schule niemals mehr Anregungen aller Art gegeben und die Schüler in so vielfältiger Weise gefördert wie in dem Jahrzehnt vor dem zweiten Weltkrieg. Zugleich besteht ein harmonisches Verhältnis zwischen Lehrern und Schülern, das eine glückliche Mitte zwischen dem Autoritätsprinzip der Vergangenheit und der nicht immer erfreulichen Kameradschaftsbeziehung der neuen Zeit darstellt. Obwohl der Direktor der älteren Generation angehört, ist er kein Jupiter tonans mehr, sondern verschafft sich dadurch Respekt, dass er, im Bewusstsein seiner geistigen Überlegenheit, sich niemals zu Zornesausbrüchen oder Drohungen hinreißen lässt, sondern stets die Ruhe bewahrt und sachlich urteilt, wobei ihm noch zugute kommt, dass er die Gabe des rechten Wortes zur rechten Zeit hat. Er versteht es, seine Reden wirkungsvoll zu pointieren, indem er zum Beispiel eine Ansprache an die Abiturienten mit den Worten schließt, er hoffe, sie würden aus Goethe-Schülern zu Goethes Schülern werden (die Namensänderung der Schule im Jahre 1931 geht auf ihn zurück). Er hat mit seiner Rhetorik und der unbeirrbaren Vernünftigkeit zuweilen etwas Französisches an sich, wozu auch die bewegliche kleine Gestalt und der Spitzbart passen.

Zu den Bereicherungen des Lehrplans gehört die Einführung des Werkunterrichts, in dem Laubsäge- und Metallarbeiten, Figuren für Kasperle- und Puppentheater und im Laufe der Zeit immer kunstvollere Tischlerarbeiten hergestellt werden. In Physik, Chemie und Biologie geht man von der Theorie zum Experimentieren über. Eine Engländerin und eine Französin werden für Konversations- und Literaturunterricht engagiert. Die Mädchen erhalten Unterricht in Kunstgeschichte.

Für die Schüler der Oberstufe wird eine Debattierstunde eingeführt. In der Obersekunda und den beiden Abteilungen der Prima sind Zettelkästen angebracht worden, in die jeder Schüler seine Fragen, Anregungen und kritischen Bemerkungen zum Schulbetrieb einwerfen kann. Eine Schulzeitung “Die Brücke” wird gedruckt, die eine Verbindung zwischen Schule und Elternhaus, Lehrern und Schülern, Hüben und Drüben herstellen soll. Sie erscheint alle zwei Monate und erhält sich bald ohne Zuschuss. Es wird musiziert und Theater gespielt: Bayers “Puppenfee” wird in einer verkürzten Fassung auf dem Schulfest 1925 getanzt, eine Theatergruppe führt das Rüpelspiel aus dem “Sommernachtstraum” auf. Im nächsten Jahr singt der Schülerchor Rombergs Vertonung der Schillerschen “Glocke”. Bei einer Weihnachtsfeier werden Szenen aus Humperdincks “Hansel und Gretel” aufgeführt. Ein unternehmungslustiger junger Musiklehrer studiert Hindermiths Schuloper “Wir bauen eine Stadt” ein und veranstaltet musikalische Morgenfeiern an Sonntagen. Man hat noch Zeit für solche Nebenbeschäftigungen, die zuweilen anregender und bildender sind und ein wirksameres Mittel zu Weckung schöpferischer Kräfte in der Jugend darstellen als manche Hauptbeschäftigungen. Im Goethe Jahr 1932 tritt ein Schüler-Sprechchor bei der Feier in der Schule und der Veranstaltung im Teatro Cervantes auf, die von den deutschen Kulturvereinigungen organisiert wird. Die Schulfeste, die bisher ein notwendiges Übel gewesen sind, erhalten einen Leitgedanken und werden zu echten, farbenfrohen, kostümbunten Festen: Einmal feiert man ein “Jahrmarktsfest zu Plundersweilem”, ein anderes Mal ein Volkstrachtenfest “Aus deutschen Gauen”, ein drittes Mal wird der Rahmen weiter gespannt, das Motto lautet “Aus aller Welt”, dann wieder wird man lokalpatriotisch und veranstaltet einen “Jahrmarkt in Belgrano”, und einmal inspirieren die “Meistersinger” Eltern, Lehrer und Schüler zu einer “Nürnberger Festwiese”.

Auch innerhalb des Fachunterrichts macht man sich von alten Schemata frei: Die Zeiten, in denen die Deutschlektüre sich auf die Klassiker beschränkt hat, sind längst vorbei. Man muss auch nicht mehr Prüfungsaufsätze über Büchmann-Zitate schreiben, z.B. über das Thema “Fleiss und Arbeit sind die Flügel, so führen über Strom und Hügel”, sondern darf nun einmal die Goetheworte ausdeuten: “Amerika, du hast es besser / als unser Kontinent, das alte, / hast keine verfallene Schlösser / und keine Basalte. / Dich stört nicht im Innern / zu lebendiger Zeit / unnützes Erinnern / und vergeblicher Streit” und ein andermal das schöne Thema “Schau um dich — Schau in dich — Schau über dich”, als Richtschnur fürs Leben.

Man nimmt sich die Freiheit, die preußische Schulreform von 1924, deren Anreger, der preussische Minister für Wissenschaft, Kunst und Volksbildung Otto Bölitz, im Jahre 1927 die Belgrano-Schule besucht und einer Reifeprüfung beiwohnt, nur soweit durchzuführen, als es mit den Aufgaben einer deutschen Auslandsschule vereinbar ist. Dagegen ist die “Ordnung der Reifeprüfung an den höheren deutschen Schulen im Ausland”, die vom deutschen Reichsministerium des Inneren ausgearbeitet worden ist, auch für die Belgrano-Schule verbindlich; sie tritt im Jahre 1929 in Kraft.

Einiges Kopfzerbrechen verursacht die Reform der Mädchenschule. Prof. Keiper regt an, dass für die Mädchen, die nicht studieren wollen, eine Frauenschule geschaffen wird, die sich an die erste Klasse anschließt und die Schülerinnen “für die häuslichen Aufgaben als Gattin und Mutter” in einem zweijährigen Lehrgang vorbereiten soll. Zu ihren Fächern gehören: Pädagogik, Haushaltungskunde, Gesundheitslehre, Kinderpflege, Hauswirtschaftliches Rechnen usw. Dagegen sollen die Mädchen, die die Reifeprüfung ablegen wollen, nach der ersten Klasse in die Obersekunda übergehen und zusammen mit den Jungen unterrichtet werden. Die Voraussetzung für diese Neureglung ist die Angleichung des Lehrplans für die unteren und mittleren Mädchenschulklassen an den der Knabenschule.

Mit der Frauenschule wird ein paar Jahre lang herumexperimentiert. Man kommt davon ab, dass sie nur auf den zukünftigen Hausfrauenberuf vorbereiten soll, und möchte Sprach-und Literaturunterricht, aber auch Mathematik und Naturwissenschaften in das Programm aufnehmen. Das zweite Jahr soll nach der Art einer Volkshochschule auf gebaut werden, die praktischen Fächer stehen nicht mehr im Mittelpunkt, sondern am Rande und werden in Form von freiwilligen Zusatzkursen durchgeführt. Im Jahre 1928 wird die Frauenschule “wegen Mangel an Schülerinnen” aufgegeben. Doch der Mangel an Schülerinnen ist wohl nur die Folge davon, dass man sich nicht recht klar darüber ist, was für Aufgaben die Frauenschule eigentlich erfüllen soll.

Auch in diesen Jahren wird der Ausbau der Schule fortgeführt: Im Jahre 1924 wird der Mittelteil des Gebäudes um ein Stockwerk erhöht. Man gewinnt damit zwei große neue Klassenzimmer und Raum für die Sammlungen und für praktische Schülerarbeiten in den naturwissenschaftlichen Fächern. Dagegen kann das großzügige Projekt eines modernen Schwimmbades nicht durchgeführt werden, da das Grundstück nach der Obligado hin, das der Vorstand zu diesem Zweck ankaufen will, von der Stadtverwaltung beschlagnahmt wird, damit die Straße — die Obligado — durchgebrochen werden kann.

Was der Schule noch fehlt, ist ein Sportplatz. Auf dem Schulhof, der in den Pausen kaum für die Schüler ausreicht, kann man in den Turnstunden allenfalls Freiübungen veranstalten. Zum Glück gibt es in der Nähe des Schulgebäudes noch einige stille Straßen, die man für einen Dauerlauf ausnützen kann, Bewegungsspiele werden an den Strand des Rio de la Plata verlegt, zum Rudern fährt man nach Tigre, wo der Verein Teutonia der Schule Boote zur Verfügung stellt. Die Sportnachmittage finden in verschiedenen Klubs der benachbarten Vororte statt. Vom Jahre 1924 an wird den Schülern der Oberklassen die Möglichkeit gegeben, Schieß-unterricht bei einem argentinischen Instruktionsoffizier zu nehmen, damit sie sich nach Erfüllung der Bedingungen für die Schützenausbildung mit 18 Jahren zum freiwilligen Heeresdienst melden können, aus dem sie nach drei Monaten als Offiziersaspiranten entlassen werden.

Nach dem Durchbruch der Obligado wird der Rest des Nachbargrundstücks nach der neuen Straße hin versteigert, und der Schulverein erwirbt das Terrain, das auf 520 qm reduziert worden ist (es kostet 46.000 Pesos, also mehr als das ganze Schulgrundstück im Jahre 1904 gekostet hat). Der Schulhof kann nun erweitert werden, was auch dem Turnunterricht zugute kommt.

Im Jahre 1931 hat die Schülerzahl der Germaniaschule derart abgenommen, dass eine Generalversammlung der Schulvereinigung den Beschluss fasst, die Schule aufzulösen. Im letzten Augenblick schalten sich die Eltern der Germaniaschüler und eine Gruppe von Ex-schülern ein, die es versuchen wollen, die Schule am Leben zu erhalten. Da sie einen eigenen Verein gründen, bleibt es dem Deutschen Schulverein Belgrano, der bisher zusammen mit dem alten Germania-Schulverein die Schule verwaltete, erspart, weiterhin das stetig wachsende Defizit decken zu müssen.

Dagegen bleiben die Verpflichtungen gegenüber dem Colegio Aleman Incorporado — später in Colegio Burmeister umgetauft — bis 1939 bestehen, insofern als der Deutsche Schulverein Belgrano für ein Defizit der Burmeister-Schule mitaufzukommen hat. Die finanzielle Entlastung durch die Auflösung der Verbindung mit der Germania-Schule ermöglicht es dem Vorstand, einer größeren Anzahl von Belgranoschülern Schulgeldermässigung oder erlass zu gewähren. Die Wirtschaftskrise des Jahres 1930 macht sich auch unter den Deutschen Belgranos bemerkbar: Ein Fünftel der Eltern ist nicht in der Lage, das volle Schulgeld zu zahlen.

Nachdem Professor Keiper bereits im Jahre 1931 auf Grund seiner Tätigkeit für den Kulturrat der Deutschen Botschaft als Schulleiter beurlaubt worden ist, tritt er 1932 endgültig von seinem Posten als Direktor zurück. Der Vorstand veranstaltet ihm zu Ehren eine Abschiedsfeier, an der das Lehrerkollegium der Belgrano- und Burmeisterschule und unter anderen Gästen der deutsche Gesandte, Minister Dr. von Keller, teilnehmen. In den zehn Jahren, die Professor Keiper für die Schule verantwortlich gewesen ist, hat sie nicht nur ihre endgültige Form angenommen und die Lehrpläne erhalten, die bis 1945 in Kraft geblieben sind — sie ist auch zu der größten deutschen Oberrealschule im Ausland herangewachsen.

Nur in einer Beziehung hat er sein Ziel nicht erreicht: Das deutsche Abitur ist von den argentinischen Behörden nicht als gleichwertig mit dem Bachillerato anerkannt worden und berechtigt infolgedessen nicht zum Studium an einer argentinischen Hochschule. Man kann zwar mit dem Reifezeugnis der Belgrano-Schule in Deutschland, der Schweiz, Österreich und Holland studieren, in Argentinien nehmen aber nur einige Fakultäten der Universität Buenos Aires: die Landwirtschaftliche und die Philosophische, und die Escuela de Ciencias Naturales, die Facultad de Química y Farmacia und die Landwirtschaftliche Fakultät der Universität La Plata Abiturienten unserer Schule als Studenten an.

Im Deutschen Schulverband, der Dachorganisation der deutschen Schulen in Buenos Aires und Umgegend, hat die nunmehr in Goethe-Schule umgetaufte Belgranoschule 1932 den Vorsitz. Dem Verband sind siebzehn Schulvereine angeschlossen, die über neunzehn Schulen mit 4223 Schülern verfügen.

Werner Hoffmann, 1972 | Geschichte der Goethe-Schule